DEPEDRO EN CASTELLÓN
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Depedro es un hombre bueno, pero también es un púgil de pegada seca y directa. Es un hombre con un optimismo innato, pero también ha sido preso de la desesperanza. Es padre, pero también hijo. “Máquina de piedad” se acerca a un Depedro con una humanidad sincera y empática. Son las primeras canciones nuevas desde “El pasajero” (sin contar su disco infantil “Érase una vez”) y había mucho atasco emocional que soltar.
Con lo avanzado, Jairo Zavala (Depedro) se sostiene sobre un eje firme. Sus dotes naturales, basadas en la energía y el ánimo, están presentes. Por encima de pandemias, de crisis, de ansiedades, la vida continúa. Así lo canta Jairo en “Máquina de piedad”: “y cuando vuelva a rugir la vida/y cuando el miedo se quede sin guardias/agárrate a mis huesos/que siguen en pie/luchando por ti”. Una canción compuesta en tiempos de confinamiento, pantalla contra pantalla de Guille Galván, de Vetusta Morla, la banda que dio el empujón a Jairo para ser Depedro.
Ahora, que vuelve a rugir la vida, Jairo no se esconde, pero esta vez no va a pecho descubierto. Se ha enguatado el alma para golpear en unos tiempos de contienda constante donde no se puede bajar la guardia al presente.